El intervencionismo a la luz de la caricatura norteamericana del siglo XX

septiembre 12, 2020

¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!
Francisco Quevedo(1580-1645) 

La caricatura norteamericana del siglo XX
De izquierda a derecha:  El corolario de Theodore Roosevelt en el Caribe de Louis Dalrymple, El presidente William Mckinley y el tío Sam de John S. Pughe, Theodore Roosevelt y el Caribe de William Allen Rogers y la política del Gran Garrote del caricaturista  Louis Dalrymple.
Es muy común entre nosotros, cuestionarnos sobre la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina,  pero poco sabemos de las bases ideológicas que la han sustentado año tras año y  de  los  primeros  defensores que se pronunciaron ante ello. También es poco lo que sabemos  sobre  cómo  la  caricatura  norteamericana  ha  ilustrado las características de esta política exterior.

Tras la independencia de Estados Unidos en 1776, una de las cuestiones que se plantearon los estadounidenses era la seguridad nacional. La joven república se encontraba rodeada por territorios dominados por las monarquías europeas, cuyo control sobre sus colonias empezaba a declinar paulatinamente. Recelosos de cualquier intervención europea dentro de su territorio, los norteamericanos no dudaron en maquinar una ideología que sería conocida bajo el nombre de la Doctrina Monroe.

La Doctrina Monroe (1823) y el Destino Manifiesto (1845): Fundamentos ideológicos de la política exterior estadounidense

Elaborada por John Quincy Adams el 2 de diciembre de 1823, la Doctrina Monroe fue atribuida al presidente James Monroe (1817-1825), que la presentó durante su sexto discurso al Congreso sobre el Estado de la Unión. El anunciamiento de esta doctrina, sintetizada en la célebre frase “América para los americanos” e interpretada en primera instancia como América para los americanos del norte, era dirigida a las potencias europeas que en ese entonces se aferraban a mantener sus debilitados nexos políticos y económicos con sus colonias. Con la proclamación de esta doctrina, Estados Unidos advertía que toda injerencia e intromisión europea en el continente americano sería considerada como una agresión que requeriría su intervención. 

América para los Americanos
Imposición de la Doctrina Monroe de los Estados Unidos frente a los países europeos

Si bien la Doctrina Monroe dejaba entrever el principio de defender también a los países latinoamericanos de la amenaza de las monarquías europeas, reactivó con el tiempo una seria de ideas, cuyo resultado fue el nacimiento de una consciencia, de una misión histórica para la cual estaban destinados los estadounidenses.   Esta controvertida misión, respaldada por la ideología del Destino Manifiesto en 1845, serviría años más tarde para justificar la injerencia norteamericana en América Latina, así como su política expansionista.

La proclama del Destino Manifiesto, muy aplaudida por políticos y líderes de opinión, especialmente por James Knox Polk, sustentó la convicción de que Dios eligió al pueblo norteamericano para ser una potencia política y económica.  El imaginario de los políticos estadounidenses concibió a los Estados Unidos como una nación superior al resto del mundo y que la forma de demostrarlo era extendiéndose por todo el continente, un derecho asignado por la Divina Providencia. El crecimiento, el expansionismo, el imperialismo y el colonialismo se convirtieron, de este modo, en los ejes determinantes de la política exterior norteamericana.

La conquista del Oeste
El Progreso Estadounidense  (1871) de John Gast  ha sido una de las ilustraciones más famosas que representó la segunda fase de la historia norteamericana: Del colonialismo al expansionismo en el siglo XIX, en plena gestación de la revolución industrial.

Sin embargo, en estos primeros años de la gestación de la política extranjera yanqui surgieron voces que ponían en entredicho el apetito expansionista de su clase dirigente.

En el transcurso del siglo XIX, William Allen Rogers, Louis Dalrymple y J.S. Pughe publicaron una serie de caricaturas que reflejaban las acciones políticas del presidente William Mckinley (1897-1901) y de su sucesor, Theodore Roosevelt (1901-1909). Estas acciones, retratadas de una manera burlesca y degradante, hacían referencia, nada menos, que a la ambición expansionista de los Estados Unidos que siempre ha estado presente dentro de su política exterior, ideológicamente basada en la Doctrina Monroe y, años más tarde, en el Destino Manifiesto.

El expansionismo e intervencionismo económico

Desde la perspectiva positivista de los yanquis, el pueblo norteamericano requería de un espacio vital necesario para el desarrollo de su gran experimento de libertad y bienestar económico. Muchos políticos se acogieron a esta idea, entre ellos el secretario William Henry Seward, quien fue un importante político que negoció la compra de Alaska al imperio ruso en 1867. Sin embargo, detrás de todo acto expansionista había un interés económico. Ese era el dilema de los defensores del expansionismo. 

William Henry Seward justificaba la expansión de los Estados Unidos con la finalidad de vender los excedentes a los territorios anexados[1].  Seward estaba convencido de que la expansión norteamericana era rentable con la única condición de que Estados Unidos protegiera sus mercados, evitando que otras potencias ingresaran sus productos al imperio norteamericano. Bajo esta misma concepción actuó también el presidente William Mckinley. Durante su presidencia (1897 a 1901) Hawái fue adquirido con el interés no solo de proteger la seguridad nacional, sino también la seguridad comercial.

Una de las representaciones más famosas sobre el apetito expansionista de Mckinley ha sido la caricatura de J. S. Pughe titulada “Declined with thanks”. J. S. Pughe retrató el fuerte apoyo del presidente William Mckinley a la política expansionista de los Estados Unidos en una escena en la que Mckinley es representado bajo la figura de un costurero que toma las medidas de un obeso tío Sam. 

El presidente William Mckinley y el tío Sam
El presidente William Mckinley y el tío Sam. Caricatura de John S. Pughe titulada “Declined with thanks”. Año de publicación 1900.

El famoso tío Sam, que normalmente suele ser representado como una persona delgada, posee esta vez un vientre demasiado abultado. Lleva puesto un pantalón decorado con varias bandas rojas donde se mencionan los diferentes territorios anexados. J. S. Pughe muestra a través de su caricatura cómo la obesidad de los Estados Unidos, personificada en el tío Sam, es causada por el apetito insaciable del personaje.  Esta caricatura estadounidense es una referencia contundente al proceso expansionista norteamericano que empezó con la compra de Luisiana (1803) y continuó con la adquisición de los siguientes territorios: 

Florida (1821) 

Texas (1845)[2]

California (1848)

Alaska (1867) 

 Hawái (1898) 

La posibilidad de vender excedentes de la producción agrícola se traducirá en una embriaguez expansionista que motivó a los Estados Unidos no solo a extenderse al oeste, sino también a establecerse más allá de la costa pacífica. Otro negocio lucrativo para los norteamericanos eran las futuras inversiones en los países latinoamericanos. 

Theodore Roosevelt y el Caribe
Roosevelt privatiza  el mar Caribe. Caricatura de William Allen Roger, titulada “The big stick in the caribbean sea”. Año de publicación 1904.

 En la ilustración titulada “The big stick in the caribbean sea”, de William Allen Rogers, se observa al presidente Theodore Roosevelt con una indumentaria inadecuada a su estatus oficial mientras hala unos barcos en actitud de juego. Pero ¿qué apariencia tienen estos barcos? Se asemejan a los del juego de Monopolio. Era una manera de retratar en sí la acción norteamericana de controlar exclusivamente esos barcos que, simbólicamente, estarían refiriéndose al monopolio de los créditos y a las futuras inversiones en las islas caribeñas. Los norteamericanos llegaron al punto de asumir las deudas contraídas de América Latina y del Caribe a cambio de consolidar su presencia política, económica y militar dentro de sus territorios. Un hecho que se evidenció durante el gobierno de Theodore Roosevelt.

Intervencionismo militar

Para muchos políticos norteamericanos, la injerencia militar de los Estados Unidos en América Latina y en el Caribe no se hubiese dado sin la mano dura del presidente Roosevelt.  En 1904 Theodore Roosevelt emitió su famoso corolario en el que afirmó:

« La delincuencia crónica "de algunos países latinoamericanos" puede[…] hacer necesaria la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio occidental la Doctrina Monroe puede obligar a Estados Unidos […] a ejercer un poder de policía internacional» 

Este corolario, añadido a la Doctrina Monroe, dio carta blanca a los Estados Unidos para intervenir militarmente en América Latina y el Caribe. Fue a partir de este instante que su política de gobierno fue catalogada bajo el nombre de “El Gran Garrote”, como lo exponen las caricaturas de William Allen Rogers y de Louis Dalrymple.
En las tres caricaturas, el presidente norteamericano, vestido de policía o de marinero, lleva consigo un arma que puede ser un garrote o un cañón. Este tipo de representaciones hacía referencia a su intervención militar en América Latina frente a la amenaza europea, que fue el caso de República Dominicana. 
Theodore Roosevelt y República Dominicana
El corolario de Roosevelt en el Caribe. Caricatura de Louis Dalrymple. Año de publicación 1906.

En la ilustración de Louis Dalrymple se encuentra un hombre llorando, personificación de República Dominicana, ante el reclamo de un rey.  Pero este monarca se abstiene de tocarlo, ya que se encuentra amenazado por un cañón comandado por un marinero, representado por el presidente Theodore Roosevelt. Este personaje se muestra como defensor del indígena, cuyo comportamiento no es el de un adulto maduro, sino el de un niño que necesita la ayuda de un adulto. Esta representación satírica muestra la apariencia infantil dada generalmente a América Latina por su incapacidad de atender sus obligaciones con el pago de deudas externas, y la actitud paternalista de los Estados Unidos por redimir el mal del niño latinoamericano. La representación de esta caricatura no es un hecho aislado para los dominicanos, que en 1909 sufrieron una de las peores bancarrotas de su historia. El gobierno dominicano se declaró incapaz de pagar los intereses de su deuda, contraída con sus acreedores europeos, que estaba alrededor de los 32 millones de dólares.
Para evitar cualquier intervención militar europea, como había acontecido en Venezuela en 1902, el Gobierno norteamericano tomó a cargo la administración y control de República Dominicana a cambio de ayudarle a pagar su deuda externa por medio del banco Kuhn, Loeb & Co de Nueva York.
Este control dado a los Estados Unidos será un medio para ejercer presión sobre el Gobierno dominicano, que pasó a ser un protectorado de la nación yanqui. 
La política exterior de Theodore Roosevelt
“La política del Gran Garrote” de Roosevelt. Caricatura de Louis Dalrymple, titulada "The world's constable". Año de publicación 1905.
Bajo la misma línea está la otra caricatura de Dalrymple titulada “The wordl's constable". Se observan una serie de personajes y cada uno lleva puesto un nombre indicando el país al que pertenecen, a diferencia del presidente Theodore Roosevelt, quien está vestido de policía y se destaca ante los demás por su estatura. Algunos personajes muestran sus brazos en alto en gesto de súplica, otros tienen una expresión hostil y levantan una espada, como el que representa a Japón, pero todos miran hacia el centro, ocupado por el presidente Roosevelt, cuya vestimenta e instrumento (más aún con la frase de su pañuelo “tell your troubles to the policeman”) hacen de él la máxima encarnación de la autoridad a nivel mundial. A ello se añade su posición en medio de dos grupos (en el lado izquierdo, los países del tercer mundo o en vías de desarrollo, y en el lado derecho, las potencias), presentando al policía Roosevelt como el mediador de los conflictos que lo rodean. Todos estos elementos insinuarían el papel de árbitro internacional que desempeñará Theodore Roosevelt, que, por medio de su corolario, obtendrá plenos poderes para que los demás países se plieguen a su autoridad, lo que implica gastar más en cuestiones militares[3].

No cabe duda de que la Doctrina Monroe ha desempeñado un factor fundamental en la política extranjera de los Estados Unidos con el fin de justificar la anexión de territorios bajo el pretexto de proteger la seguridad de su nación. Una acción expansionista acompañada de la creencia (Destino Manifiesto) de que los Estados Unidos tienen la misión moral de dar “la luz de la democracia y la libertad” a sus territorios adyacentes, que, según ellos, eran débiles. Con el tiempo esta doctrina se volvió cada vez más agresiva hacia América Latina y el Caribe por medio de la proclamación del Corolario Roosevelt. Según los ideólogos de la política exterior estadounidense, los países latinoamericanos no eran capaces de gobernarse por sí mismos y cumplir con el pago de su deuda externa. Fue a partir de ese instante que Estados Unidos encontró una justificación para intervenir y socorrer a estos países, ejerciendo una política de control y de fuerza hacia ellos. A fin de cuentas, bajo este ideal de brindarles seguridad y protegerlos de una invasión extranjera se esconden sus intereses económicos, que perduran hasta la fecha.

 

NOTAS

[1] En 1830, la superproducción norteamericana de productos agrícolas que hundieron los precios dentro del mercado interno generó la necesidad de venderlos en un mercado abierto a los países latinoamericanos. A partir de ese año, EE.UU. buscó, a su vez, nuevos espacios de inversión, que dio paso, años más tardes, a la localización en regiones subdesarrolladas y a la explotación comercial del mercado iberoamericano. El interés de controlar el sistema de los mercados de los países de A.L. a través de su política motivó el surgimiento de un movimiento llamado el panamericanismo al servicio de los EE.UU. [2]Con la adquisición de Luisiana y Florida ya era evidente la intención de los norteamericanos de anexar los vestigios de las monarquías extranjeras y más tarde los territorios de las nacientes repúblicas latinoamericanas, como fue el caso de México. El presidente James Knox Polk (1795-1849), undécimo mandatario del país, quien duró en el cargo un solo período, del 2 de marzo de 1845 al 3 de marzo de 1849, apeló a los principios de Monroe y del Destino de Manifiesto para justificar la anexión de Texas. Este presidente es quien impulsó la guerra contra México (1846-1848), conflicto bélico que anexó a Estados Unidos más de la mitad del territorio mexicano. Un hecho considerado como la peor mutilación territorial en la historia del mundo. [3]Ya en 1907 Estados Unidos se convirtió en el país más fuerte en abastecimiento de armas. Esta adquisición de material bélico permitió a los Estados Unidos situarse por encima de los países del viejo continente. Un ejemplo de ello son las dos ilustraciones de Dalrymple. En ambas, el tamaño de los europeos queda reducido ante la superioridad de los Estados Unidos, acompañado de un instrumento de fuerza. Aquello sugiere el surgimiento de los Estados Unidos como potencia mundial o nación imperialista a comienzos del siglo XX ante una Europa que dejaba de ser el centro del mundo. Su ubicación suprema internacional le permitió que el resto de las potencias se distanciaran de los asuntos latinoamericanos para así poder controlar mejor la seguridad de estas recientes repúblicas que constantemente estaban en crisis y en deudas con los países europeos.

REFERENCIAS

Castro Peña, Yeni. 2007. El mito Roosevelt para América Latina, 1901-1909. Quito, Ecuador: Universidad Andina Simón Bolívar.  http://repositorio.uasb.edu.ec/handle/10644/175

Fonzo, Erminio. 2015. Italia y el Bloqueo de Venezuela (1902-1903). Cultura Latinoamericana. Revista de estudios interculturales 21 (1): 35-61. 

Gould, Lewis Ludlow. 2011. The presidency of Theodore Roosevelt. Lawrence, Kansas: University Press of Kansas.

Lancha, Charles. 2003. Histoire de l'Amérique hispanique de Bolívar à nos jours. Paris : L’Harmattan.

Perkins, Dexter. 2012. The Monroe doctrine, 1867-1907. Whitefish, Montana: Literary Licensing.

Rosenberg, Emily S. 2003. The Roosevelt Corollary and the Dominican Model of 1905. En Financial Missionaries to the World: The Politics and Culture of Dollar Diplomacy, 1900–1930, 31-60. Durham; London: Duke University Press.

Todas las imágenes publicadas en este artículo son de Wikimedia Commons






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