El intervencionismo a la luz de la caricatura norteamericana del siglo XX
septiembre 12, 2020huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!
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De izquierda a derecha: El corolario de Theodore Roosevelt en el Caribe de Louis Dalrymple, El presidente William Mckinley y el tío Sam de John S. Pughe, Theodore Roosevelt y el Caribe de William Allen Rogers y la política del Gran Garrote del caricaturista Louis Dalrymple. |
Tras la independencia de Estados
Unidos en 1776, una de las cuestiones que se plantearon los estadounidenses era
la seguridad nacional. La joven república se encontraba rodeada por territorios
dominados por las monarquías europeas, cuyo control sobre sus colonias empezaba
a declinar paulatinamente. Recelosos de cualquier intervención europea dentro
de su territorio, los norteamericanos no dudaron en maquinar una ideología que
sería conocida bajo el nombre de la Doctrina Monroe.
La Doctrina Monroe (1823) y el Destino Manifiesto
(1845): Fundamentos ideológicos de la política exterior estadounidense
Elaborada por John Quincy Adams el 2 de diciembre de 1823, la Doctrina Monroe fue atribuida al presidente James Monroe (1817-1825), que la presentó durante su sexto discurso al Congreso sobre el Estado de la Unión. El anunciamiento de esta doctrina, sintetizada en la célebre frase “América para los americanos” e interpretada en primera instancia como América para los americanos del norte, era dirigida a las potencias europeas que en ese entonces se aferraban a mantener sus debilitados nexos políticos y económicos con sus colonias. Con la proclamación de esta doctrina, Estados Unidos advertía que toda injerencia e intromisión europea en el continente americano sería considerada como una agresión que requeriría su intervención.
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Imposición de la Doctrina Monroe de los Estados Unidos frente a los países europeos |
Si bien la Doctrina Monroe dejaba
entrever el principio de defender también a los países latinoamericanos de la
amenaza de las monarquías europeas, reactivó con el tiempo una seria de ideas,
cuyo resultado fue el nacimiento de una consciencia, de una misión histórica para
la cual estaban destinados los estadounidenses. Esta controvertida misión, respaldada por la
ideología del Destino Manifiesto en 1845, serviría años más tarde para
justificar la injerencia norteamericana en América Latina, así como su
política expansionista.
La proclama del Destino Manifiesto, muy aplaudida por políticos y líderes de opinión, especialmente por James Knox Polk, sustentó la convicción de que Dios eligió al pueblo norteamericano para ser una potencia política y económica. El imaginario de los políticos estadounidenses concibió a los Estados Unidos como una nación superior al resto del mundo y que la forma de demostrarlo era extendiéndose por todo el continente, un derecho asignado por la Divina Providencia. El crecimiento, el expansionismo, el imperialismo y el colonialismo se convirtieron, de este modo, en los ejes determinantes de la política exterior norteamericana.
Sin embargo, en estos primeros
años de la gestación de la política extranjera yanqui surgieron voces que
ponían en entredicho el apetito expansionista de su clase dirigente.
En el transcurso del siglo XIX,
William Allen Rogers, Louis Dalrymple y J.S. Pughe publicaron una serie de caricaturas que reflejaban las acciones políticas del
presidente William Mckinley (1897-1901) y de su sucesor, Theodore Roosevelt
(1901-1909). Estas acciones, retratadas de una manera burlesca y degradante,
hacían referencia, nada menos, que a la ambición expansionista de los Estados
Unidos que siempre ha estado presente dentro de su política exterior,
ideológicamente basada en la Doctrina Monroe y, años más tarde, en el Destino Manifiesto.
El expansionismo
e intervencionismo económico
Desde la perspectiva positivista de los yanquis, el pueblo norteamericano requería de un espacio vital necesario para el desarrollo de su gran experimento de libertad y bienestar económico. Muchos políticos se acogieron a esta idea, entre ellos el secretario William Henry Seward, quien fue un importante político que negoció la compra de Alaska al imperio ruso en 1867. Sin embargo, detrás de todo acto expansionista había un interés económico. Ese era el dilema de los defensores del expansionismo.
Una de las representaciones más famosas sobre el apetito expansionista de Mckinley ha sido la caricatura de J. S. Pughe titulada “Declined with thanks”. J. S. Pughe retrató el fuerte apoyo del presidente William Mckinley a la política expansionista de los Estados Unidos en una escena en la que Mckinley es representado bajo la figura de un costurero que toma las medidas de un obeso tío Sam.
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El presidente William Mckinley y el tío Sam. Caricatura de John S. Pughe titulada “Declined with thanks”. Año de publicación 1900. |
El famoso tío Sam, que normalmente suele ser representado como una persona delgada, posee esta vez un vientre demasiado abultado. Lleva puesto un pantalón decorado con varias bandas rojas donde se mencionan los diferentes territorios anexados. J. S. Pughe muestra a través de su caricatura cómo la obesidad de los Estados Unidos, personificada en el tío Sam, es causada por el apetito insaciable del personaje. Esta caricatura estadounidense es una referencia contundente al proceso expansionista norteamericano que empezó con la compra de Luisiana (1803) y continuó con la adquisición de los siguientes territorios:
Florida (1821)
Texas (1845)[2]
California (1848)
Alaska (1867)
Hawái (1898)
La posibilidad de vender excedentes de la producción agrícola se traducirá en una embriaguez expansionista que motivó a los Estados Unidos no solo a extenderse al oeste, sino también a establecerse más allá de la costa pacífica. Otro negocio lucrativo para los norteamericanos eran las futuras inversiones en los países latinoamericanos.
Roosevelt privatiza el mar Caribe. Caricatura de William Allen Roger, titulada “The big stick in the caribbean sea”. Año de publicación 1904. |
En la ilustración titulada “The big stick in the caribbean sea”, de William Allen Rogers, se observa al presidente Theodore Roosevelt con una indumentaria inadecuada a su estatus oficial mientras hala unos barcos en actitud de juego. Pero ¿qué apariencia tienen estos barcos? Se asemejan a los del juego de Monopolio. Era una manera de retratar en sí la acción norteamericana de controlar exclusivamente esos barcos que, simbólicamente, estarían refiriéndose al monopolio de los créditos y a las futuras inversiones en las islas caribeñas. Los norteamericanos llegaron al punto de asumir las deudas contraídas de América Latina y del Caribe a cambio de consolidar su presencia política, económica y militar dentro de sus territorios. Un hecho que se evidenció durante el gobierno de Theodore Roosevelt.
Intervencionismo
militar
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El corolario de Roosevelt en el Caribe. Caricatura de Louis Dalrymple. Año de publicación 1906. |
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“La política del Gran Garrote” de Roosevelt. Caricatura de Louis Dalrymple, titulada "The world's constable". Año de publicación 1905. |
REFERENCIAS
Castro Peña, Yeni. 2007. El mito Roosevelt para América Latina, 1901-1909. Quito, Ecuador: Universidad Andina Simón Bolívar. http://repositorio.uasb.edu.ec/handle/10644/175
Gould, Lewis Ludlow. 2011. The presidency of Theodore Roosevelt. Lawrence, Kansas: University Press of Kansas.
Lancha, Charles. 2003. Histoire de l'Amérique hispanique de Bolívar à nos jours. Paris : L’Harmattan.
Perkins, Dexter. 2012. The Monroe doctrine, 1867-1907. Whitefish, Montana: Literary Licensing.
Rosenberg, Emily S. 2003. The Roosevelt Corollary and the Dominican Model of 1905. En Financial Missionaries to the World: The Politics and Culture of Dollar Diplomacy, 1900–1930, 31-60. Durham; London: Duke University Press.
Todas las imágenes publicadas en este artículo son de Wikimedia Commons
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