JOSÉ BONAPARTE o PEPE BOTELLA en la literatura de cordel durante la invasión napoleónica en España (1808-1813)

septiembre 13, 2020

  

Pepe Botella y Napoleón Bonaparte
José I Bonaparte, hermano de Napoleón Bonaparte, fue apodado por los españoles como Pepe Botella 
 durante su breve reinado en España (1808-1813) 

Los Bonarpate en España (1808-1813)

En la plena invasión napoleónica, en España se desató una crisis dinástica entre los miembros de la monarquía borbónica. La llegada de las tropas de Napoleón en 1808 asustó a Carlos IV , rey de España, quien quiso huir a América por recomendación de su secretario de Estado, Manuel Godoy . Ambos personajes no gozaban de buena popularidad entre los españoles, en particular, entre los partidarios del príncipe Fernando , hijo de Carlos IV. Al escuchar el rumor de la supuesta huida de los reyes y de la toma de poder por parte de Manuel Godoy, los partidarios fernandinos lanzaronun motín militar en Aranjuez con la finalidad de impeachir a Godoy y obligar al rey a abdicar a favor del príncipe Fernando, quien más adelante sería el futuro rey de España Fernando VII. Aunque la abdicación tuvo lugar el 19 de mayo de 1808, más tarde Carlos IV se retractó, desatándose un conflicto entre ambos monarcas. Con la intención de resolver sus diferencias, Napoleón citó a Carlos IV y al Fernando en Bayona, ciudad francesa de los Pirineos.  Fueron ingenuamente a la cita con Napoleón, quien les tendió una trampa . Los hizo prisioneros y los obligó a abdicar a favor de su hermano José I, apodado por los españoles como Pepe Botella o el Rey de Copas. Fernando quedó prisionero y Carlos IV fue enviado a Italia, para la mayoría de los españoles lanzaron en la guerra contra los franceses. Es así como inició la Guerra de Independencia (1808-1813).

La familia de Carlos IV, cuadro pintado por Francisco de Goya en 1800. Forma parte de las colecciones permanentes del Museo del Prado de Madrid. Con un atuendo de color turquesa, el futuro rey de España, Fernando, aparece en primer plano junto a su padre, Carlos IV, en el lado izquierdo.

Durante esta guerra hubo una proliferación de periódicos, en particular en Cádiz, que por su carácter informativo trataban de buscar y abarcar el mayor número posible de acontecimientos para que el lector lograra comprender la complejidad del conflicto bélico. Pero aparte de cumplir con el papel de comunicadores del pueblo, la prensa española reflejó la opinión de su lector, como se declaró en una de las secciones del periódico El Tribuno del Pueblo Español, publicado en Cádiz en 1812: “El objeto de este papel será sostener la libertad e independencia de la Nación, consolidar las nuevas leyes, fomentar el espíritu público en favor de ellas y reclamar los abusos que se advirtieren”[1]. Esto muestra cómo los periódicos eran conscientes de su papel dentro de la sociedad española. No solo trataban de transmitir información para que penetrara en la forma de pensar del español, sino que también se comprometían con él (el pueblo) en la lucha por la “libertad”. Por lo tanto, el posicionamiento del periodista se debía reflejar en sus escritos, denunciando las atrocidades de la invasión francesa que ocupó el territorio a partir de febrero de 1808. No obstante, este tipo de información que se basaba en cuestiones políticas solo suscitaba el interés de un público minoritario[2].

La literatura de cordel y la sátira

Según Claudette Dérozier, en su tesis La guerre d'indépendance espagnole à travers l'estampe: 1808-1814, durante ese período los periodistas tomaron en cuenta el escaso nivel de preparación de las clases bajas, el cual les impedía escuchar con atención y debatir los discursos políticos que se daban en las sesiones del Congreso en Cádiz, a diferencia de la burguesía, que sí se interesaba en aquellos asuntos y no reflejaba la opinión del pueblo general. Sin embargo, las clases sociales iletradas tenían su propio medio informativo, que era la literatura de cordel[3], cuyo lenguaje directo y sencillo permitía su fácil comprensión y memorización. Además, su contenido era informativo y entretenido a la vez. Dado que este medio informativo era distribuido en hojas sueltas, podía ser destruido en cualquier instante, por lo que encontró refugio en la prensa española, comprometida en la lucha contra Napoleón.


"las clases sociales iletradas tenían su propio medio informativo,que era la literatura de cordel"

 

Estos medios se valieron de la sátira[4], cuya función consistía en convertir al enemigo en objeto de burla ante la sociedad española, lo que permitió liquidar el nombre del adversario no por las armas, sino por las letras[5]. Esto se evidenció en la serie de representaciones jocosas de José I asociadas con el alcohol, extraídas de la literatura de cordel, cuya finalidad no era más que desprestigiar la imagen del monarca francés como el enemigo del pueblo español. 

Caricatura humorística

Una de las expresiones satíricas por excelencia ha sido la caricatura que desempeñó durante la Guerra de Independencia un papel fundamental en la crítica socio-política hacia Napoleón y su hermano. Por su contenido artístico la caricatura permitía que su creador (el caricaturista) se expresara libremente sobre las cuestiones de su entorno. Es allí donde residirá la gran libertad de los caricaturistas anti franceses que tratarán de denunciar los aspectos o acciones negativas de Napoleón al distorsionar su imagen humorísticamente. El poder de ello era un medio para captar la atención de un público analfabeto que no podía acceder a la prensa escrita. Estos grabados de aguafuerte, cuya venta se anuncia en la sección de “avisos” de los diarios eran adquiridos en las centrales de los periódicos o librerías españolas.  

José Bonaparte o Rey Pepino
Caricatura de José I Bonaparte como el Rey Pepino 

El pepino, el vino, la guitarra, la botella y las cartas eran los elementos recurrentes en caricaturas, poemas, fábulas y piezas teatrales. Pese a que no se sabe con certeza el origen de esta representación negativa en torno a la figura de José Bonaparte, ya que en realidad José I no era aficionado al vino, fue ella la que dio origen a una serie de chistes y jocosidades utilizadas por la sociedad española. 

Como en todo conflicto bélico se busca, por todos los medios, desacreditar la imagen del enemigo, podría ser que le inventaron una leyenda. En el libro José Bonaparte: un rey republicano en España, de Manuel Moreno Alonso[6], el autor explica cómo los españoles estuvieron pendientes hasta del más mínimo descuido de los Bonaparte, como el supuesto hecho de que los primeros decretos que emitió José Bonaparte durante su breve gobierno hacían referencia a las bebidas alcohólicas y juegos de cartas. Surgieron así, a través de la leyenda, dos símbolos: “el vino” y las “cartas”.

Pepe Botella: El rey de España
La afición de José Bonaparte al vino. Dibujo satírico sobre los aspectos negativos del reinado de Pepe Botella.


En cambio, C. Dérozier explica que los españoles necesitaban inventarle un vicio que no era propio de ellos, sino de los franceses: la afición por el vino[7]. Según el autor, a raíz de ello surgirían dos dicotomías del hombre bohemio (borracho y el vino) que luego van ser tomadas para elaborar unos juegos de palabras con el nombre de José (pepe, pepillo, pepino) y el vino (botellas, copas, rey de copas, juego de cartas), lo que dará como resultado representaciones burlescas del enemigo. Sea cual fuera el origen de esta leyenda, el surgimiento de estas imágenes fue la manera en que se creó un imaginario colectivo sobre el personaje José I a través del símbolo, el vino

Poesía satírica

Los opositores se valdrían de la asociación de la figura del monarca con el alcohol para elaborar aún más todas estas composiciones literarias.

O amigo Rey de Copas, ¿dónde vas,

Que tan deprisa dejas Madrid?

Y si mal no me engaña mi nariz

No es ámbar lo que exhalas por detrás.

¿Qué excusa a Valdepeñas le darás

Que contigo pensaba ser feliz?

¡Quál debe quedar Yepes de infeliz

Si no prueba sus vinos de hoy en más!

¡Quán triste quedará Carabanchel,

Si se le va el mejor consumidor,

Aun antes de probar su moscatel!

Todo será sollozos y clamor,

Y en medio de tan lúgubre Babel

Clamarán con el grito de dolor,

Cruel Vireno, fugitivo Eneas,

Barrabás te acompañe, allá te avengas.

Estas poesías populares se manifiestan en composiciones breves como las coplas, epigramas, décimas y romances. Dentro de las características de este tipo de poesía es muy recurrente el uso de expresiones coloquiales, composiciones de arte menor. Por la dinámica que se desprendía de la estructura de estos versos, estas poesías eran cantadas o recitadas en voz alta. La gente se entretenía con este tipo de poesía donde se ridiculizaba la figura de José I, utilizando su fama de ebrio.

Coplillas como:

Ya se fue por las Ventas

El rey Pepino

Con un par de botellas

Para el camino

Por su lenguaje sencillo y coloquial, y su estructura fácil de memorizar (versos de arte menor), este tipo de literatura española tuvo mucha acogida entre las clases populares. Los españoles iletrados se sentían identificados con este tipo de poesía y no con el típico discurso elaborado de los artículos periodísticos. Aquello despertó el interés de los diarios, que participaron más en la difusión de este tipo de literatura.

Estos poemas, fábulas y piezas teatrales contenían elementos informativos que permitían que el lector o el oyente se enterara de los acontecimientos de la Guerra de la Independencia o de las acciones de los enemigos, como la llegada del ejército de Napoleón Bonaparte a partir de febrero de 1808 con el pretexto de invadir Portugal, aliada de Inglaterra (Muchos ratones contra cuatro gatos); la huida de José I tras su breve estancia en Madrid (el poema “Oh, amigo Rey de Copas”). 

Por su contenido satírico, esta carga informativa es distorsionada (la figura de estos personajes está totalmente exagerada) con la mera finalidad de hacer más patente la verdad y crítica ante ello. Se observa, así, la funcionalidad doble de estas manifestaciones satíricas que van a entretener e informar al lector. Es de esta manera que a través del humor se facilita la transmisión de un mensaje. Por esta razón, los diarios de la prensa española culta, en particular los de Cádiz, empezaron a publicar estos tipos de poesía a fin de fomentar la imagen negativa de Napoleón y de su círculo, tratados con cierto sentido del humor. Un ejemplo de ello es la publicación de una poesía titulada “A la huida de Pepe de Madrid” en el Diario Mercantil de Cádiz, un día antes de la proclamación de la Constitución de 1812:

Al Rey José I

Al ínclito Señor Pepe, rey (en deseo) de las Españas, y (en visión) de las Indias

Salud, gran rey de la rebelde gente;

salud, salud Pepillo diligente,

protector del cultivo de las uvas

y catador experto de las cubas;

hoy te celebra mi insurgente mano

desde el grandioso emporio gaditano;

y sin quebrarme mucho la cabeza

al momento tropezara

mi pluma con tus raras cualidades;

no llenaré el papel de las variedades,

como hacen a tu lado

necios aduladores

de tu persona y denigrado trono,

que te dexan corrido como un mono,

celebrando virtudes que no tienes,

y coronan tus sienes

con laureles de Marte, o bien de Apolo,

cuando al tyrso de Baco aspiras solo[8]

Pero para que este mensaje antinapoleónico llegara a un pueblo iletrado, tenía que ser cantado por un ciego[9] o un lector que pudiera facilitar la transmisión del mensaje oralmente. 

El ciego músico, pintado por Ramón Bayeu y Subías en 1786. Desde el siglo XVII hasta principios del XIX, los ciegos se ocuparon de vender y cantar los pliegos de cordel que trataban sobre asuntos religiosos, históricos, de cautivos, de valientes bandoleros, historias domésticas, amorosas y satíricas (Botrel, 1993)


Teatro

Dentro de esta misma línea de literatura española popular está el teatro a comienzos del siglo XIX, que fue también uno de los vehículos fundamentales en la propaganda contra Napoleón.

Piezas teatrales como el Congreso de Bayona donde Napoleón trataba de dar a España una Constitución, Después de un gozo, dos penas y fuga de Madrid del rey Botellas, y las comedias como Sermón sin Frutos, o sea, José Botellas en el Ayuntamiento de Logroño, cuyo protagonista era José Bonaparte, representaban los eventos acontecidos durante la guerra y que influenciarían en la opinión del espectador, cuya mayoría era analfabeta. Como lo sugiere Ana María Freire López[10] al citar a Manuel Querol: “En ellos (los teatros) se instruye en todas las materias al simple pueblo que no lee o no puede leer”. Esto demuestra el carácter “pedagógico” del teatro, que da a conocer al pueblo los acontecimientos ocurridos, tomando las piezas teatrales como la máxima representación de los eventos de la Guerra de la Independencia, como lo representa el Sermón sin Frutos, o sea, José Botellas en el Ayuntamiento de Logroño[11]. En esta obra la acción se desarrolla en Logroño, que históricamente fue el lugar por donde pasaron las tropas tras la derrota de la Batalla de Bailén en julio de 1808. En ella se representa la estancia breve de las tropas francesas y de José Bonaparte, quien en un momento quiso pronunciar un discurso, pero su afición por el alcohol no se lo permitió:

JOSEF: Tutto… tu… tu… tu… tu… tu…

Se va cayendo sobre la silla.

[…]

BENITO: Senor ¿qué es esto?

JOSEF: Niente, niente..tu…tu

Queriendo levantarse

BENITO: Maldito vino, en que lance

nos pones[…]

Como se observa en esta escena, Benito será el encargado de traducir las frases de José I, quien solo hablaba italiano. El hecho de no poder pronunciar su discurso debido a su estado de embriaguez será tomado como burla, como lo demuestran las palabras en cursivas (acción que desempeña el actor).

Lo que queda patente de estas diferentes composiciones literarias, teatrales y caricaturescas es la difusión de una imagen negativa del monarca francés José I a través del humor, conocido como Pepe Botella. Fue este componente el que despertó el interés de los diarios españoles, visto como un medio para lograr la cohesión social contra los enemigos, Napoleón y su hermano.

Por otro lado, la estructura de estas composiciones (literarias, teatrales y caricaturescas) facilitó la transmisión del mensaje antinapoleónico, como la transmisión oral de las canciones o poemas que, a medida que se memorizaban, adoctrinaban el pensamiento de la gente iletrada, y el carácter pedagógico del teatro, el cual mostraba la máxima representación de los hechos acontecidos durante la guerra. Se observa, así, que la transmisión del mensaje se llevó a cabo gracias a estos medios (el oral, el teatral y el gráfico), que requerían de menores esfuerzos de concentración y de tiempo, esfuerzos que ahora reclaman los medios de comunicación del siglo XXI.

Notas

[1] (Dérozier, 1976) pp.1003-1006. 1001 [2] (Dérozier, 1976) pp.1003-1006[3] La literatura de cordel se adaptó a la situación bélica debido a la facilidad con la que se producía y distribuía. Con los medios técnicos con los que se elaboraba se empleaba un número mínimo de personal y de herramientas para proporcionar una cantidad importante de ejemplares en un breve tiempo sin la necesidad de encuadernarlos. Esto hacía que se distribuyera en hojas sueltas fáciles de destruir. En ellas aparecía un desfile de las diferentes expresiones literarias como novelas, sermones, fábulas o coplas. (Botrel, 1993) [4] Según el Diccionario de términos literarios, la sátira es una composición literaria en prosa o verso, en la que se realiza una crítica de las costumbres y vicios de personas o grupos sociales, con propósito moralizador, meramente lúdico o intencionalmente burlesco. (Platas, 2007) [5] (Díaz, 1994) 128 p.[6] (Moreno, 2008) 267 p.[7] (Dérozier, 1976) 790 p.[8] La métrica del poema A la huida de Pepe de Madrid es una canción compuesta por versos endecasílabos y heptasílabos con rima asonante en “e”, “a”, “o” dando musicalidad al discurso lo que facilita su memorización. A lo largo del poema, el yo poético (“mi insurgente mano”) pretende exaltar de modo irónico las cualidades de José Bonaparte mediante expresiones coloquiales propias del pueblo (“sin quebrarme mucho la cabeza”). Paralelamente se le atribuye el tirso, insignia de Dionisos (dios grecolatino de la borrachera ”) que corresponde a la conocida fama de borracho y no los“ laureles ”que coronan en“ sus sienes ”. [9] Ver más detalles en Romances de ciego . [10] (López, 2008)71p. [11] (López, 1990) págs. 37-46

Referencias

Botrel, Jean-François. 1993. Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX. Madrid: Fundación Germán Sánches Ruipérez, 1993.

Dérozier, Claudette & Université Paul Sabatier (Toulouse). 1976. La Guerre d'independance espagnole à travers l'estampe: (1808-1814). Lille: Atelier Reproduction des thèses, Université Lille III.

Díaz-Plaja, Fernando. 1994. La Guerra de la Independencia: Una visión distinta de uno de los episodios más dramáticos y heroicos del siglo XIX español. Barcelona : Planeta S.A.

López Freire, Ana María. 1990. [auteur du livre] Jacqueline Covo. Hommage À Claude Dumas: Histoire Et Création. Lille : Presses universitaires de Lille.

-. 2008. Entre la Ilustración y el Romanticismo: La huella de la Guerra de la Independencia en la literatura española. San Vicente de Raspeig: Publicaciones de la Universidad de Alicante.

Moreno Alonso, Manuel. 2008. "La Caricatura". José́ Bonaparte: un rey republicano en España . Madrid: la Esfera de los Libros.

Platas Tasende, Ana María. 2007. Diccionario de términos literarios . Madrid: Espasa Calpe.


Todas las imágenes publicadas en este artículo son de Wikimedia Commons.

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